Por fin ha pasado la Semana Santa y con ella el tener que abrir la discoteca casi todas las noches y el tener que pensar qué narices me pongo (en estos días he ido de César romano, de color negro forrado de pieles, brillante como una bola de discoteca y de mitad fallera mitad nazareno, ahí es nada). Lo malo es que me encanta jeje.
He estado toda la semana en casa de Francis así que los que me habeis echado de menos, no "preocuparse" que es que en su casa no hay conexión y no he podido ver los correos ni las actualizaciones. Pero ya le he prometido a mi madre (un beso mamá) que esta semana la paso aquí. Y puede que empiece a pasar muchas más. Y es que me estoy planteando como afrontar mi relación con Francis. ¿Acepto que somos iguales que un matrimonio que lleva casado diez años y que usa la cama únicamente para dormir o discutir sobre el fin de semana? ¿No es ridículo tener que pedir que me den algo de amor?
Pues ya veremos que pasa. No sé.
1 comentario:
Dioses. No quiero ser alarmista, pero la última vez que pregunté "qué te pasa" y me respondieron "no sé" acabé veinticuatro horas después en el Prat con una maleta hecha apresuradamente y el corazón facturado.
Las cosas hay que hablarlas, y el amor hay que demostrarlo. Yo al menos lo necesito, y por tanto lo demuestro. La pasión se reduce, pero chico, las parejas se reinventan también en la cama. Innovad.
Pero eso no es lo más preocupante. Hay que saber equilibrar la rutina con el amor. Quererse y acostumbrarse a ello no es excusa para no sorprender a alguien con un te quiero o un detalle cariñoso.
Vaya, parezco una psicóloga de la Superpop, qué horror.
Muás.
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