10 de septiembre de 2008

Mis otras Olimpíadas

Desde luego, la gente ya no sabe qué hacer para pillar. Un colega mío, el Fraccionario, lo ha intentado todo. Le llamamos así porque a la que se toma un quinto, busca el medio de llevarse al cuarto a la que se tercie. Pero mucho éxito no tiene. Y es que tiene una de esas caras que ninguna gafa le queda buena. Tan feo es el cabrón que al nacer la que se puso a llorar fue la comadrona, y se cuenta que cuando le tocaba al médico darle un par de cachetes, pidió guantes de boxeo.
El caso es que él había oído que en las olimpiadas los deportistas montan unas orgías de cuidado y estaba decidido a intentar ir como fuera. Pero entre los deportes y él había una especie de relaciónodio-odio. El tío vago se dedicaba todas las mañanas a tocarse loshuevos y por las tardes los pasaba a limpio... con lo que tenía chungo encontrar algún deporte que pegara con su estilo de vida.
Hace años tocaba en un grupo, así que se ilusionó pensando que se podría dedicar al lanzamiento del disco. Lo que él siempre había soñado mientras dormía en los ensayos. Pero indagó y se llevó un chasco al descubrir de lo que se trataba... Se pensó el tema de las regatas porque duerme menos que la niña del exorcista y suele pasarlas noches en vela. Tampoco fue buena idea. Pero precisamente porque siempre está a dos velas, se compró hace tiempo una escopeta, para ir tirando. Así que pensó que los suyo era el tiro olímpico, justo como los que se mete cada finde. Cuando se enteró de que una de las modalidades de tiro era carabina acostada, no se lo pensó más.
Sabíamos que el Fracionario pasaba olímpicamente de todo, pero no que eso fuera suficiente para conseguir un hueco en la delegación española. El Fraccionario es capaz de lo peor y de lo regular, así que en la competición se quedó en mero aspirante, como Maradona. No le dolió quedar último porque en esto del tiro, sobre todo en el de trastos, no había triunfado jamás. Hacía tanto que no ligaba libre de impuestos que ya no le preocupaban estos fracasos. En cualquier caso, lo que le había llevado a Pekín no era el tiro, sino la marcha...
Fue a una fiesta en la Villa Olímpica y nada más entrar, flipó.Había una piscina en el local donde la gente practicaba la piragua, que es como el teto pero debajo del agua. Había incluso un par de chatis que se ve que se dedicaban al dos sin timonel. En la pista había un atleta negro desnudo, que según se le mirara, a ratos parecía pertiguista, a ratos bateador de béisbol. Y junto a él una rubia que debía de ser esgrimista, a juzgar por su habilidad con el sable, en concreto en su modalidad de limpieza. No sé qué actuación habría tenido el negro en el estadio, pero tal y como colocó a la rubia estaba claro que tenía intención de pasar a los anales de la historia, como Nacho Vidal.
El Fraccionario se dedicó un rato a la barra fija y le echó el ojoa una morena mucho más borracha que vestida, que parecía entrenar para la barra de equilibrios. La cosa parecía ir bien con ella, hasta que se entrometió el campeón de los superpesados que, cómo no, era italiano. Más pesado que barrer una escalera para arriba. El típico italiano torero que se empeña en comer la oreja esperando que le pidan el rabo. El tío tiró de sus típicas frases, falsas como el graduado escolar de Yola Berrocal, hasta que ella se hartó y empezó a buscar sus bragas en el montón, con intención de irse...
Por muy boxeador que fuera el italiano, el Fraccionario consideró la idea de apuñalarlo. Quizá fuera posible hacerlo, pero todo indicaba que la técnica necesaria requería mucha práctica... y no daba la impresión de que nadie pudiera sobrevivir al primer intento. Pero quien sí que le metió una puñalada al italiano, y por la espalda, fue el nadador griego de 50 metros mariposa. Lo que pasa es que dicha puñalada fue de carne y en mitad del poro gordo. Algo que no gustó nada al italiano, que era tan poco amigo del tema gay, que cualquier taxónomo lo hubiera catalogado como miembro de la especie "heterosapiens" para evitarse problemas y algún que otro hueso roto.
Apretando el culo consiguió agarrar al griego y llevárselo a la pista, donde se dedicaron a la lucha grecorromana hasta que la policía desalojó el local. Se acabó la fiesta y con ella las esperanzas del Fraccionario de que el mejor polvo de su vida dejara de ser aquél que se metió por la nariz hace años. Y es que ya se sabe que en esta vida sólo puedes confiar en tu propia polla, que es la única que jamás te dará por el culo...

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