El sábado me tocó coser durante todo el día (y quiero decir TODO el día porque aún no tengo máquina de coser) una chaqueta dorada a mano (uff) para estrenarla por la noche en la Supermartxé. Nos lo pasamos teta, por el musicón, la vocalista, el guitarrista y la animación (Michel, la propuesta sigue en pie) que aunque no trajeron un vestuario deslumbrante, compensaron con buen humor (Silvia, ya arrancaremos pelucas juntas ok?) .
La gran sorpresa fue reencontrarme con mi alma semi gemela Olga. Hacia tanto que no nos veíamos que casi nos rompemos al abrazarnos. Nos pusimos al día en el descanso del pase y prometimos quedar entre semana para enseñarle mi casa y porque quiere explicarme un par de cosas que a lo mejor me aclaran la situación por la que estaba pasando (yo). Aunque no sé si a estas alturas es necesario algo así porque ya he asimilado que algunas cosas están mejor como están y que lo que no he entendido al cabo de un año, no lo voy a hacer de repente.
Otra sorpresita fue ver en la disco a una pereja que yo pensé que ya habrían echado del país. Un tal J. Desluce y mujer. Tal vez se habrían acercado a trapichear como hacían habitualmente porque desde luego no vendrían a saludar, ya que tenían prohibida la entrada por el dueño. En fif.
Y un último apunte. Siempre me he considerado buen católico pero estoy empezando a perder la fe en Cristo. No siento la "llamada".
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