Sólo hay una cosa peor en este mundo que asistir a una sesión continua de películas de Eddie Murphy: acompañar a una chati a las rebajas... Por eso a todos nos sorprendió lo que nos dijo el Meriendafeas. Lo llamamos así porque a las guapas se las ha comido ya a todas y tiene siempre a más chatis esperando que la consulta de un ginecólogo. Pues no sólo es que hubiera decidido ir a las rebajas con una amiga, sino que esa amiga era nada más y nada menos que la Jurado. A la Jurado la llamamos así porque, sin lugar a dudas, es la más grande. La tía no es que sea gorda, es que se le ha saltado el airbag... de conductor y acompañante. Aunque hay quien opina que no es que tenga kilos de más, sino que simplemente se la ve en formato 16:9. Y si sólo fuera eso... La tía es tan fea que ya de pequeña le robaba el bocadillo al hombre lobo en el colegio porque lo tenía acojonado. Ninguno entendimos el por qué de esta decisión, y menos cuando supimos que habían quedado en la puerta de unos grandes almacenes para hacer cola desde la noche anterior. Hizo esa noche más frío que robando pingüinos y obviamente no había nadie más haciendo cola cuando llegaron. La Jurado apareció con un enorme plumas de color amarillo fosforito que se la veía desde la Estación Espacial Internacional... El Meriendafeas pasó una noche horrible, haciendo tiempo sin dirigirle ni una palabra a la Jurado, más aburrido que Adán en el messenger. Normal, se rumorea que mirar fijamente a la Jurado durante más de 10 segundos causa daños en la retina equivalentes a mirar con un telescopio directamente al Sol. La Jurado se pasó la noche rozándosele más que el gato de una venta, algo más molesto que un cubo de plomo fundido derramándosete por la espalda. Pero es que encima se levantó una tempestad de nieve que causó un apagón en todo el barrio. Y eso, con la Jurado cerca, da mucho miedo. Puedo aseguraros que metes a la Jurado en una osera en plena noche, y el oso caga intranquilo. El hecho de que la Jurado estuviera en la puerta durante toda la noche hizo que muchos se echaran atrás y se volvieran a sus casas, confirmando que la estrategia del Meriendafeas no había sido mala. Pero como la gente últimamente va mejor de rodillas que de dinero, la cola a la puerta no tardó en formarse. La táctica del Meriendafeas culminó cuando abrieron las puertas. El Meriendafeas se coló dentro pero cuando fue a pasar la Jurado, atascó la entrada y se formó un tapón. Mientras empujaban para intentar entrar, el Meriendafeas tuvo tiempo para hacer sus compras tranquilamente, e incluso probarse sin prisas un traje de torero, una equipación completa de hombre rana y un vestido de reina de carnaval de Río de Janeiro, incluyendo las plumas y el maquillaje. Pero la tormenta de nieve arreció y se convirtió en huracán, terminando por echar la puerta abajo, provocando una avalancha de personas, que arrolló todo a su paso. El Meriendafeas quedó atrapado bajo la Jurado. Aquel montón de personas inconscientes entre la nieve daba toda la pinta de la película Viven, sólo que viendo a la Jurado a uno no le entraba ni una mijita de hambre. Al Meriendafeas le quedaron 23 huesos sin romper y sigue convaleciente. Cuando volvió en sí, se enteró de que la Jurado estaba ingresada en la misma planta del hospital. Así que ha decidido escuchar rancheras de Bertín Osborne hasta perder el conocimiento, con el ánimo de recuperarlo cuando esté más curado que un jamón 5 Jotas y poder salir de allí por patas y sin mirar atrás...
10 de febrero de 2009
Rebajas de última hora
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