4 de mayo de 2009

Esquiar

Estas Navidades me propusieron pasar la Nochevieja yendo con unos amigos a esquiar. Me liaron y cuando me quise dar cuenta, ya me habían llevado a un pueblo donde hacía un frío terrible. Y es que se ve que allí sólo tenían dos estaciones: el invierno... y la de esquí. Tantofrío hacía que incluso vi a un par de políticos que llevaban las manosmetidas dentro de sus propios bolsillos. En el camino del coche al apartahotel le tuvimos que hacer el boca a boca a dos pingüinos y a unoso polar, no te digo más. Pero cuando entramos a nuestro apartamento, la cosa no mejoró.Hacía una rasca que ni en Alaska, así que llamamos a recepción paraque subiera alguien a reparar la calefacción.. El tío se hizo esperarmás que la menstruación de Marisol. Se ve que la palabra diligencia laasociaba solamente a las películas de vaqueros. Mientras lo arreglaban o no, le echamos un vistazo al resto delapartamento. A la cocina sólo se podía entrar con mascarilla y trajede aluminio... Parecía la playa de Salvad al Soldado Ryan, todo llenode organismos muertos. Y encima, la única equipación que tenía era elmejor amigo del hombre soltero: el microondas. En cuanto al baño,tenía tanta mierda que ya, desesperado, el Pato WC le había mandadouna carta a Greenpeace para denunciar su situación. Nos fuimos a esquiar y subimos del tirón a lo más alto. El problema es que yo lo más cerca que he estado de esquiar son las épicas resacas del 1 de enero viendo los saltos de esquí. Así que no era de extrañar que con mi estilo de esquí, una mezcla entre carrerade sacos y lucha de mujeres en el barro, fuera yo el que primerollegara abajo... en motonieve y de urgencias al traumatólogo. Me hizo el doctor una comparación entre no sé qué ligamentos y losnudos marineros, me puso los hierros de Forrest Gump y me recetóreposo absoluto. Así que me pasé el resto de la semana tomando piñacolada en el bar del hotel, vigilado muy de cerca por la camarera. La camarera se salía fuera a fumar, en manga corta y a -15. Y esque la chati siempre iba tan caliente que no podía usar bragas dealgodón porque le encogían. Pero muy buena no estaba. Bueno, sí queera guapa de cara, pero de cara a la pared. Tenía un culo como parados cuerpos, y en general, es de las que cuando pasan frente a unaobra, los albañiles se ponen a trabajar. Durante mi semana de convalencencia la camarera me trató como a unfutbolista, haciéndome un duro marcaje al hombre. Hasta que finalmentevio su oportunidad en la cena de Nochevieja. Después de la cena,cuando la gente estaba bailando, yo me quedé sentado mientras meapretaba una tormenta de gin tonics. La camarera se sentó a mi lado yse me empezó a rozar más que una dinamo. En esas circunstancias, paraconseguir ponerme rucho hace falta un arte especial... y no basta conhaberlo aprendido, eso hay que haberlo mamado. Así que nos fuimos a suhabitación, porque yo no le hecho nunca un feo a nadie, y si se lo hehecho ha sido culpa de la genética... Y ya que había venido a esquiar,me pasé la noche esquiando en Valdepiernas. Aunque yo jamás me he acostado con una fea, me he levantado conmuchas. Y cuando abrí el ojo por la mañana y la vi a mi lado pensé queen el fondo lo de follar no puede ser tan bueno como dicen, porque sino, ya lo habría privatizado el PP. Afortunadamente ése era el últimodía del viaje, y me fui de allí sin ganas de volver a pisar la nieve.Porque digo yo, si Mahoma no va a la montaña, será que prefiere la playa...

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