¿Cuál es tu pequeño gran placer?

Todos sabemos que lo que da valor a las cosas es precisamente la deprivación de éstas, y las convierte a veces en auténticos placeres: pan cuando hay hambre, fuego cuando hay frío... Me pregunto si incluso mis pequeños placeres son un reflejo sutil de mis carencias.

Para mí, uno de los mayores placeres de la vida está en comer helado. No puedo evitar decir SÍ cuando alguien propone comprar uno ¿o suelo ser yo quien lo propone? Soy totalmente incapaz de negarme a comer helado de leche merengada con rica canela espolvoreada por encima (umh .....) o a casi cualquiera de la variada oferta que ofrecen las franquicias Pinocho: cereza, melón, chicle, cookie... Hasta he llegado a probar el helado de vino tinto (que sabe exactamente igual que la bebida).

Otro pequeño placer consiste en mirar el mar. Esté donde esté, saber que puedo girar la cabeza y encontrarme frente a frente con ese gigante que me atrae y que me asusta a partes iguales, me tranquiliza. E incluso cuando tiene aspecto huraño e inquietante, eso me reconforta. No sé porqué. Tal vez porque el mar forma parte de mi infancia y es capaz de evocar recuerdos escondidos de buenos momentos y que se han incrustado en mi piel. Tal vez por eso siempre conserve un ligero sabor salado.