16 de enero de 2008

Tantas Navidades en familia, y ninguna noche buena...

La cena de Nochebuena de este año la recordaré siempre... o hastaque se me olvide. Y mira que a mí estas cosas de fiestas religiosas nome van nada, y no es que Chechu me caiga mal, pero joder, tiene unclub de fans como para darles de comer aparte. El caso es que fuimos acenar a casa de mis tíos, a los que no veíamos hacía muchísimos años. Se podría decir que vengo de una familia acomodada, vamos, de lasque están todo el día en el sofá viendo la tele. Y como en este paísno se saca la basura, sino que se hace televisión con ella, ya metemía yo el tipo de conversaciones que iba a sufrir.
Lo único bueno era que mi tía, para la edad que aparenta, está deputa madre. Vamos que si fuera mi madre en vez de mi tía, tiraba a mipadre por la ventana. Aunque siempre tiene cara de mala hostia, tieneunas tetas de buen rollito que te cagas, que me emociono sólo depensar la fantástica lactancia que disfrutó mi primo. Mi tío, al quellamamos cariñosamente Don Pimplón, sólo tiene un problema con labebida: tener dos manos y una sola boca. El menda es alcohólico,apostólico y romano. Mi primo es un angelito, y no ya porque le pongas la orejas a laespalda y dé todo el pego, que sí, sino porque no ha tenido, tiene, nitendrá sexo jamás. Vamos, que tiene la churra aún con el precinto deno haberla usado. El tío no es guapo ni de lejos, y de cerca esclavadito a su padre. Y el so cerdo se lava menos que un gato sinlengua, con decir que un día se encontró un reloj digital Casio,regalo de su primera comunión, rascándose. Ahora, su hermana, a la queyo no veía desde que tenía 10 años, se había convertido en la diosaque le faltaba a la mitología griega. Ella es sin duda la razón por laque existieron todos nuestros antepasados.
Yo ya no sabía si semejantepibón sentado a la mesa era de verdad o estaba ahí puesto paradespistar. Mi tía es mexicana y preparó una cena muy picante, pero yo, queestoy hecho un inconsciente, me puse ciego. Al acabar planté un pedazode pino que ni el que había adornando el salón. El cabrón hacía pie yle llegaba el agua hasta la cintura, y del picante se me quedó el ojalal rojo vivo como el mechero de un coche. Después me di a la bebida,para anestesiarme y refrescar mis calores, pero mi prima me miraba elpaquete como si trabajara en Correos. Dicen que tras su último moco sedespertó gritando un "¿Quién es esta gente y dónde están mis bragas?".Y es que no sabe beber, aunque lo intenta cada fin de semana. En un momento de la noche, mi tío se puso a contar historias demiedo de este psicológico, como por ejemplo la vez que estuvieron apunto de cerrar la fábrica de whisky DYC.
Mientras, nos fuimos tajando y aquello acabó como la fiesta homenaje a Massiel y María Jiménez.Acabamos con el imponente mueble bar de mi tío, y terminamos hasta conla cantimplora de orujo que siempre llevo encima para bebérmela yperder el conocimiento en caso de que estando en algún sitio ponganuna canción de Melody. Era tarde, así que nos quedamos allí adormirla. Y me tocó dormir con mi primo. El cabrón roncaba como cuandopasa el Talgo, y lo más cercano que ha estado a usar jabón, fue unavez que estuvo lleno de Rravia... A la mañana siguiente tenía la cara de Marilyn Manson reciénlevantado y tuve que prepararme una tortilla de Alka-Seltzers paradesayunar.
Tengo claro cuál es mi propósito para este año: hacermeabstemio... eso sí, con moderación.

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