10 de febrero de 2009

Rebajas de última hora

Sólo hay una cosa peor en este mundo que asistir a una sesión
continua de películas de Eddie Murphy: acompañar a una chati a las
rebajas... Por eso a todos nos sorprendió lo que nos dijo el
Meriendafeas. Lo llamamos así porque a las guapas se las ha comido ya
a todas y tiene siempre a más chatis esperando que la consulta de un
ginecólogo. Pues no sólo es que hubiera decidido ir a las rebajas con
una amiga, sino que esa amiga era nada más y nada menos que la Jurado.

  A la Jurado la llamamos así porque, sin lugar a dudas, es la más
grande. La tía no es que sea gorda, es que se le ha saltado el
airbag... de conductor y acompañante. Aunque hay quien opina que no es
que tenga kilos de más, sino que simplemente se la ve en formato 16:9.
Y si sólo fuera eso... La tía es tan fea que ya de pequeña le robaba
el bocadillo al hombre lobo en el colegio porque lo tenía acojonado.

  Ninguno entendimos el por qué de esta decisión, y menos cuando
supimos que habían quedado en la puerta de unos grandes almacenes para
hacer cola desde la noche anterior. Hizo esa noche más frío que
robando pingüinos y obviamente no había nadie más haciendo cola cuando
llegaron. La Jurado apareció con un enorme plumas de color amarillo
fosforito que se la veía desde la Estación Espacial Internacional...

  El Meriendafeas pasó una noche horrible, haciendo tiempo sin
dirigirle ni una palabra a la Jurado, más aburrido que Adán en el
messenger. Normal, se rumorea que mirar fijamente a la Jurado durante
más de 10 segundos causa daños en la retina equivalentes a mirar con
un telescopio directamente al Sol. La Jurado se pasó la noche
rozándosele más que el gato de una venta, algo más molesto que un cubo
de plomo fundido derramándosete por la espalda. Pero es que encima se
levantó una tempestad de nieve que causó un apagón en todo el barrio.
Y eso, con la Jurado cerca, da mucho miedo. Puedo aseguraros que metes
a la Jurado en una osera en plena noche, y el oso caga intranquilo.

  El hecho de que la Jurado estuviera en la puerta durante toda
la noche hizo que muchos se echaran atrás y se volvieran a sus casas,
confirmando que la estrategia del Meriendafeas no había sido mala.
Pero como la gente últimamente va mejor de rodillas que de dinero, la
cola a la puerta no tardó en formarse. La táctica del Meriendafeas
culminó cuando abrieron las puertas. El Meriendafeas se coló dentro
pero cuando fue a pasar la Jurado, atascó la entrada y se formó un
tapón. Mientras empujaban para intentar entrar, el Meriendafeas
tuvo tiempo para hacer sus compras tranquilamente, e incluso probarse
sin prisas un traje de torero, una equipación completa de hombre rana
y un vestido de reina de carnaval de Río de Janeiro, incluyendo las
plumas y el maquillaje.

 Pero la tormenta de nieve arreció y se convirtió en huracán,
terminando por echar la puerta abajo, provocando una avalancha de
personas, que arrolló todo a su paso. El Meriendafeas quedó atrapado
bajo la Jurado. Aquel montón de personas inconscientes entre la nieve
daba toda la pinta de la película Viven, sólo que viendo a la Jurado a
uno no le entraba ni una mijita de hambre.

  Al Meriendafeas le quedaron 23 huesos sin romper y sigue
convaleciente. Cuando volvió en sí, se enteró de que la Jurado estaba
ingresada en la misma planta del hospital. Así que ha decidido
escuchar rancheras de Bertín Osborne hasta perder el conocimiento, con
el ánimo de recuperarlo cuando esté más curado que un jamón 5
Jotas y poder salir de allí por patas y sin mirar atrás...

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