20 de julio de 2009

Pagafantas

Ayyy... Si es que El Pescadilla ha tenido mala suerte desde elmismo momento de la concepción... Y es que precisamente el suyo teníaque ser el espermatozoide más rápido. El Pescadilla es el típico tíosexualmente frustrado que no conoce mujer, y le llamamos así porquedicen, obviamente las malas lenguas, que es de las pocas personas enel mundo que ha disfrutado del sexo oral a solas. Le falta un herbor,es del tipo de gente por la que merecería la pena que volvieran aponer la mili. Pero el tío es muy buena persona: lo único que quiereen este mundo es la paz mundial y hacerse a La Semáforo...
La Semáforo es una chica a la que llamamos así porque a partir delas doce nadie la respeta. Tiene uno de esos cuerpos de élite quecuando la ves lo único en lo que puedes pensar es en cómo hacer quedesembarquen tus soldaditos. Y claro, tiene al Pescadilla enamoradito.Pero, si no contamos el tener a Risto Mejide como jefe y que te llamepara una reunión informal en su despacho, al pobre le ha ocurrido lapeor desgracia que te puede suceder: se ha convertido en su mejoramigo. Vamos, que tomando la definición del diccionario de la lenguaespañola de la RAE, el tío es un puto pagafantas.
Cuando Juan Valdez saca un nuevo producto, llama personalmente aEl Pescadilla para saber su opinión, porque nadie ha quedado más vecespara tomar cafés que él. Si es que al tío le gusta sufrir, es de losque se suicidarían disparando pelotas de goma contra un frontón. Sinduda, sería capaz de dar sus ojos por poder verla cada día. Así queharto de intentarlo todo, se puso a pensar a lo grande. Y se dijo, ahipotecarse que son dos vidas. El tío alquiló un velero y le propusopasar unos días navegando. Y coló.
El Pescadilla lo más que había navegado era en Internet, pero unamenudencia como ésa no le iba a echar por tierra su plan. Así que sehicieron a la mar, y nada más zarpar, La Semáforo se despelotó y sepuso a hacer apología del rayo UVA. El Pescadilla, viendo que su tretasurtía efecto, dio un golpe de timón en su vida, se desnudó y seacercó a La Semáforo con un bote de crema solar. El barco dababandazos y estuvo a punto de caerse de boca, pero tuvo la suerte deque en su estado se quedó, apollado, como si fuera un marco de fotos.Y seguidamente se puso a darle cremita con tanto ahínco que al acabarparecía que La Semáforo era una stripper que acaba de salir de unatarta. Todo iba a pedir de boca...
La encerrona de El Pescadilla incluía una cena romántica. Pero susconocimientos culinarios se pueden contar con los dedos de una oreja.Tiene las mismas aptitudes para la cocina que Torrente. En su casa alperro le da de comer las sobras, y siempre le pone tres cuencos: unocon la comida, otro con agua y el tercero con sal de frutas. Así quepreparó una cena digna de Ferran Adrià: lo había deconstruido todo. Loúnico que se salvó de la quema, fue el vino. Así que el plan pasó deuna cena en cubierta, a una borrachera encubierta. Lo único que teníade romántico aquello, eran las velas del barco...
La segunda botella vino con mensaje: La Semáforo, en su línea,empezaba a frotársele. Y en la misma línea de frotación fue el torpedoque le llegó al bajar al camarote y comprobar que había una piscinaque antes no estaba allí. Cuando todo parecía indicar que iban aempezar a jugar a los papás, pasaron a jugar al hundir la flota. Hacíaaños que La Semáforo había dejado de fumar, pero al ver aquello saliócorriendo en busca de un compartimento estanco. Definitivamente, laestrategia para liarse con ella hacía aguas...
El Pescadilla daba explicaciones a La Semáforo diciéndole que nohabía de qué preocuparse, pero sonaban como cantos de sirena: la delbarco de la Guardia Civil. Aunque consigueron remolcarlos, no se puededecir que finalmente la historia llegara a buen puerto. Aquello habíasido como la película de Titanic pero sin la escena en la que empañanlos cristales del coche. Y es que, en casos de pagafantismo, essiempre mejor hablarlo... que encallarse.

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