5 de noviembre de 2007

Éxtasis

Con toda certeza, el orgasmo escultórico más famoso que se conoce es el del Éxtasis de Santa Teresa de Bernini (y diga lo que diga la santamadreiglesia, esta mujer no estaba en estado de contemplación mística, sino pasándoselo de puta madre.
Bernini estaba por aquel entonces de capa caída, se le había acabado el mecenazgo papal y el trabajo escaseaba, así que cuando el cardenal Federico Cornaro le ofreció construir una capilla funeraria para su familia en la iglesia de Santa Maria della Vittoria (Roma), el escultor se propuso realizar la mejor obra de su vida. Y lo consiguió.
Es sin lugar a dudas el ejemplo más perfecto de arte barroco: dinamismo, captación del instante, claroscuro, teatralidad... de hecho la capilla es un pequeño teatro en sí misma.
En el centro, sobre el altar, hacen su aparición estelar las figuras de Santa Teresa y el ángel, iluminados magistralmente por una claraboya invisible que deja caer un impactante chorro de luz dorada sobre los protagonistas.
En los laterales de la capilla nos encontramos con dos palcos en perspectiva, a los que se asoman los miembros de la familia Cornaro al más puro estilo voyeur, contemplando y comentando la escena.
Pero sin duda, lo más atrayente de todo el conjunto son las figuras de la santa y el ángel, y en concreto la inquietud que produce contemplar una escena religiosa tan descaradamente erótica.
¿Era consciente Bernini de lo que estaba haciendo?... Pues probablemente, no nos engañemos. Aunque según las crónicas debía ser bastante meapilas. Lo que sí sabemos es que para hacer la obra se inspiró en las descripciones que hizo la propia Santa Teresa de sus éxtasis místicos (por llamarlos de alguna manera, ejem):
“Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel junto a mí hacia el lado izquierdo en forma corporal [...] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. [...] Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacia dar aquellos quejidos; y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.”
Por muy santurrón que fuera Bernini, no tenemos constancia de que se le apareciesen también estos “ángeles”, y por tanto no debía tener ni la más remota idea de como reacciona el cuerpo humano en este tipo de situaciones. Y claro, después de leer los gozos y deleites que le producían a la santa estas “apariciones”... ¿qué mejor forma de representar dicho “estado espiritual” que mediante un orgasmo?
La sobreabundancia de telas y pliegues en movimiento nos dan la pista de la enorme agitación “interior” de la castísima santa. La delicadeza de sus extremidades, con una mano desfallecida y la otra intentando asir algo inexistente, un pie apoyado en la roca y el otro colgando inerte, con los deditos ligeramente levantados, en tensión, la rodilla izquierda apretada contra la piedra (que en teoría es una nube), los ojos cerrados, la boca entreabierta... ¡aaah, sigue! ¡no pares!
Y el cabroncete del angelito, con esa finísima tela pegada al cuerpo que más que tapar enseña, mirándola con la sonrisita pícara de “hayquévercomoseloestápasandolatía”, levantándole con gesto sutil la ropa, preparado para clavarle la “flecha”... Pues eso. Que un orgasmo. Y no se hable más. P.D. La obra debió tener bastante éxito, porque unos años después le encargaron otra santa en éxtasis, la Beata Ludovica Albertoni (en la iglesia de San Francesco a Ripa, Roma). La manita apretándose el pecho no tiene precio...

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